Desde tiempos muy lejanos la música ha sido parte de la vida cotidiana del ser humano en todas las civilizaciones, en todas las culturas, en cada país de cada continente. La música ha sido compañera fiel de todas las personas.
Muchos podrán estar de acuerdo conmigo en que la música, sea del género que sea que nos guste, forma parte de nuestras rutinas y pasamos a veces gran parte del día escuchándola. Déjenme decirles que yo sí paso más de la mitad del día escuchando mis canciones favoritas porque es una especie de medicina para mi mente y para mi alma. La música baja mi cortisol.
Siempre la he hecho parte de mi vida
Desde que era muy chica he tenido un gusto muy especial por escuchar música. Las primeras canciones que escuchaba eran las que oía mi mamá en el radio, los cassettes o acetatos que ponía. Sí, soy modelo 1982, por eso conocí esos formatos. Mi abuela materna también gustaba de escuchar la radio en la sala de su casa. Luego mi hermana y yo empezamos a tener nuestras canciones favoritas y las buscábamos en el radio para grabarlas en cintas. Desde entonces no me he vuelto a separar de la música.
Cuento con una colección muy grande de cassettes y CD’s que siempre escucho, me gusta poner el radio y no sé por qué pero no me hallo en la nueva era tecnológica de las aplicaciones de música. Las siento impersonales, o no sé cómo describirlo, pero me gustan más los formatos tradicionales para escuchar música. Eso sí, mi computadora está repleta de canciones y a veces la utilizo únicamente como reproductor de las mismas.
Música como terapia
Está más que comprobado clínicamente que la música es un factor de sanación emocional. Hay muchísimos estudios y prácticas de terapias psicológicas que se apoyan en la música (ciertos tipos de música) para ayudar a los pacientes en sus procesos. Es lo que conocemos como “musicoterapia”que consiste en el uso de música o sonidos para ayudar a un individuo o grupo a mejorar su calidad de vida.
Yo no aplico musicoterapia como tal a mi vida pero es algo similar. A mí me gustan muchos géneros musicales, especialmente el alternativo, pero también me gusta el rock, el pop, el grunch, el glam, el punk, la salsa, la cumbia (estos dos me laten más para bailar y para hacer limpieza en casa, jajaja), el new age, el world, el blues, el jazz y la música clásica. Los que me ponen de mejor humor son el rock, la salsa, la cumbia y el alternativo. Mi banda favorita es Bon Jovi, por encima de cualquier otra.
Ahora que he tenido tantos problemas emocionales debo decirles que la música ha sido pieza clave en mi sanación. Ha sido totalmente terapéutica porque me ayuda a controlar mis niveles de ansiedad, mantiene mi cortisol a raya y con su compañía puedo continuar el día sin que se haga tan pesado. Cuando recién empecé a tener los ataques de ansiedad escuchaba música en mi iPod de camino al trabajo y de regreso, y mientras estaba en la oficina para poder concentrarme.
Estando en casa era diferente. Sólo atinaba a sintonizar el radio un rato. Una mañana estaba buscando una estación y me topé con una de música clásica y decidí escucharla. Tomando en cuenta que las mañanas para mí son la parte más difícil del día, escuchar ese tipo de música fue una bendición.
Música contra estrés y ansiedad
Gracias a la música clásica logré bajar mucho el estrés y la ansiedad que sentía cada mañana antes de irme a trabajar. Fue casi mágico el efecto que tuvo en mi mente y siempre estaré agradecida por la ayuda tan grande que significó para mi salud emocional en esos momentos.
De la misma manera, cuando estoy en un estado anímico incierto en el que me siento triste, deprimida o enojada, la música clásica me ayuda a reponerme. Es un verdadero bálsamo de paz aunque no siempre ha funcionado al 100%. Si el ataque de ansiedad es fuerte no me resulta del todo efectiva porque mi mente y mi organismo están en un estado de “pelea o escapa” y es un poco más complicado responder tan fácilmente a un estímulo como la música, pero puedo decir que han sido pocas veces y por eso sigo recurriendo a ella.
Y me sigue acompañando
En el transporte público, caminando por la calle, en casa, al hacer mis tareas del master, en el trabajo (cuando tenga empleo de nuevo), al hacer ejercicio, al meditar, como fiel compañía que es para mí, la música sigue y seguirá siendo parte de mi vida y de cada cosa que haga porque me encanta tenerla cerca siempre. Con la música puedo ser mejor, sentirme mejor y elevar mi energía.
¿A ustedes les gusta que la música los acompañe? ¿La han utilizado de manera “terapéutica” para ayudarse a calmar su mente? Cuéntenme, me encantará saberlo.
Gracias por leerme.